La acusada, Alicia, se encontró en un contenedor de Benidorm a un perro dálmata sin chapa y, según ella, con un aspecto famélico y deplorable. Concluyendo que se encontraba en malas condiciones, decidió llevárselo al veterinario, quien lo trató y después lo dejó en una protectora de animales de Guipúzcoa, en su localidad natal. 

Resulta que el perro era propiedad de Ágata, quien no se encontraba en el momento de los hechos en su domicilio, pero aseguró que su dálmata estaba dentro del inmueble, por lo que Alicia sabía que no estaba abandonado.

-Justificar que el can, en el momento de los hechos, estaba dentro del inmueble de Ágata y que, tal y como declara la defensa de la acusada, no había sido abandonado.

-Demostrar que Alicia era consciente de que el perro estaba en buenas condiciones y que, aún así, no se lo devolviera a su legítima dueña.

-La declaración de la auxiliar de la clínica veterinaria, en la cual ella cuenta que, tras corroborar que el perro tenía dueño y le reclamara a Alicia que tenía que devolverlo, esta se fuera en posesión del dálmata sin previo aviso.

-Los informes del veterinario que demuestran que el can estaba en perfecto estado de salud y que se lo habían notificado a la acusada, por lo que corroboraba que la razón de sustraerlo estaba injustificada.

-La declaración de la persona encargada de recoger al perro del inmueble de Ágata cuatro días después de los hechos.