Don Julio y doña Paloma son titulares de dos tarjetas de crédito en una entidad bancaria de la que eran clientes previamente al contrato de las tarjetas.

Un comercial les ofrece un nuevo contrato de una tarjeta con un límite inicial de crédito por 2.000 euros, con duración indefinida, periodicidad de pagos mensuales, sin plazo máximo de reembolso, tipo de interés deudor TAE del 33,30% anual por la tarjeta clásica y 29,86 % anual por la tarjeta S-0%. Con el contrato de la tarjeta se inició un crédito que se conoce como "revolving". El demandante aceptó dicho contrato a pesar del desconocimiento porque confiaba en las palabras del comerciante.  A los pocos días reciben en su domicilio las tarjetas, pero aún no sabían nada del contrato.

Cuando el cliente solicitó el contrato se le entregaron más de 20 folios en letra minúscula de los que para él, era imposible leer algo. El abogado al ver los intereses establecidos en el contrato y compararlos con los publicados en el Banco de España comprobó que esos intereses eran abusivos y que se había estado cobrando ese exceso al cliente.

Ante la Demanda y admitiendo su culpa, la entidad bancaria se allana y acepta el pago que le corresponde como establece la Sentencia.

Que se declare la acción de nulidad por usura de los contratos de tarjeta de crédito, subsidiariamente acción declarativa de nulidad de condiciones particulares y generales de la contratación del contrato de una tarjeta y de dos tarjetas de crédito. Subsidiariamente la acción de daños y perjuicios provocados a la demandante por incumplimiento del derecho a la información en la contratación del producto financiero.

Los intereses a los que estaban sometidas las tarjeta de la entidad bancaria eran superiores casi en el doble a los establecidos por las tablas de intereses publicadas por el Banco de España.