Doña Marina y Don Jaime estuvieron casados durante años. Hace aproximadamente tres años, Don Jaime falleció, dejando el usufructo vitalicio de todos sus bienes a Doña Marina (el uso y disfrute, pero no la propiedad, que eso lo ha dejado a sus hijos). Los hijos de Don Jaime están obligados a  permitir ese usufructo hasta que fallezca Doña Marina, el cónyuge viudo.  

No obstante, hace unos meses que Doña Marina mantiene una relación sentimental con Don Antonio y están pensando en casarse.

Los herederos legítimos de Don Jaime acuden a nuestro despacho preocupados porque temen que con este nuevo matrimonio y el usufructo vitalicio del que disfruta Doña Marina pierdan la herencia de su padre, Don Jaime. 

Cuando en un matrimonio uno de ellos ha fallecido y ha dejado el usufructo vitalicio de todos sus bienes al cónyuge supérstite, los hijos tienen que permitir ese usufructo en aras de ver mejorada su legítima estricta hasta que fallezca el usufructuario.

Si, posteriormente el cónyuge supérstite decidiera contraer nuevamente matrimonio, éste debería prestar fianza en favor de los hijos del cónyuge fallecido para asegurar así que los bienes recibidos en usufructo volverán a ellos tras su fallecimiento, a pesar del nuevo matrimonio y no se van a ver afectados por éste. 

Si no realizara estas fianzas, los hijos podrían exigir que los bienes se pongan en manos de un administrador, que se vendan o que se depositen en una entidad financiera.